viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Cómo detectar las Dificultades del Aprendizaje?

Es ampliamente sabido que el proceso de aprendizaje del niño es fundamental para su formación y su crecimiento personal. Los seres humanos estamos diseñados para aprender. Adquirimos conocimientos, habilidades, valores y actitudes que nos dan forma. Es primordial estimular este desarrollo desde la infancia para asegurarnos del éxito de nuestros hijos en todas las esferas de su vida. Sin embargo, en ciertas ocasiones se detectan una serie de dificultades del aprendizaje que son perfectamente tratables mediante la atención adecuada. La prevención se convierte aquí en un elemento clave.

Pero para poder detectarlas de forma precoz, analicemos antes ¿qué son las Dificultades del Aprendizaje? El National Joint Committee on Learning Disabilities las define como dificultades significativas en la capacidad para entender, hablar, leer, escribir, razonar o realizar cálculos matemáticos, que se manifestarían en personas con un coeficiente intelectual normal, un ambiente familiar correcto y que no padecen carencias sensoriales pero, sin embargo, presentan un rendimiento escolar claramente insatisfactorio. Las alteraciones se registrarían, por así decirlo, en las conexiones cerebrales que actúan en el proceso de aprendizaje (en la percepción de la información, la atención, la memoria y la integración de los conocimientos nuevos a los que ya poseemos). Surgirían así las dislexias, disgrafías, discalculias o déficits atencionales (TDAH) que se manifestarían en errores, como los citados a continuación, a los que debemos estar atentos:
Errores en la percepción visual al leer letras o números (leer pardo en vez de prado invirtiendo el orden de las letras, o leer “p” por “b” confundiendo formas similares). Errores en la percepción auditiva al confundir sonidos con puntos de articulación similares como ñ-ll, r-l (escuchar ñave por llave). Errores de percepción motriz al confundir conceptos como arriba-abajo y derecha-izquierda (en el aprendizaje de la escritura escribir debo por bebo, escribir los números al revés o tener incapacidad para reproducir movimientos en el juego).
Dificultades en la atención. El niño comete errores al discriminar la información importante y presenta dificultad para mantener la atención en la tarea o en el juego.
Dificultades en la memoria. Surgen dificultades para memorizar conceptos o para relacionar e integrar la nueva información con la que ya posee.
Dificultades en la metacognición. El niño presenta dificultades para elegir la estrategia adecuada a la tarea (“no saben por dónde empezar”), dificultades para organizar los pasos de resolución de un ejercicio e impulsividad en la tarea o en el juego (“incapacidad de pensar antes de hacer”).
Déficits psicomotrices, motivacionales y emocionales: Se producen torpeza de movimientos, problemas de coordinación, retraimiento, falta de afirmación personal, desmotivación y dependencia.
Es labor de padres y educadores estar atentos a este tipo de síntomas indicadores. Y ante cualquier sospecha, solicitar una evaluación a cargo de expertos. Entre todos, logrando una detección temprana, conseguimos evitarle al niño futuros problemas de motivación, autoestima y autoconcepto que le hacen sufrir sin motivo por fracasos y errores de los que no es culpable. Ayudados por las estrategias necesarias, estos alumnos pueden alcanzar un buen rendimiento escolar y un éxito académico y universitario completamente normal. No olvidemos nunca que la dificultad no es más que un reto perfectamente superable. Trabajando en equipo, guiándole y premiando sus esfuerzos y logros, conseguimos para él una vida normal, un aprendizaje satisfactorio y el reconocimiento que se merece. La confianza en sí mismos es siempre el mejor secreto hacia el éxito.

Anabel Iglesias García, psicóloga y asesora pedagógica de Didactia.


 

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